La diferencia entre un producto profesional y uno casero suele ser la calidad final y, para lograr esa calidad, normalmente se necesitan tanto equipamiento especial (y caro) y conocimientos sobre cómo usarlos.
La calidad de imágenes de los móviles ha evolucionado hasta tal punto que sin un ojo entrenado suele ser complicado diferenciar entre una imagen grabada con un dispositivo casero y uno profesional; sobre todo en condiciones de buena iluminación. Además, las redes sociales nos han acostumbrado a ver como normales planos, movimientos de cámara y ediciones "caseros" de baja calidad. O, desde otro punto de vista, foros como este tienen por objetivo enseñar a que cualquiera pueda usar su dispositivo de fotografía o vídeo de la forma más profesional posible, de modo que, quien quiera, pueda aprender a sacarle el máximo partido y acercarse, en lo posible, a un producto final lo más profesional posible. Es decir, la información está ahí para quien quiera acceder a ella. E incluso avances como el enfoque automático de vídeo de los nuevos iPhone 13 acercan resultados de aspecto profesional (o al menos más "aseado", como me gusta a mí decir) al alcance de, literalmente cualquiera, gracias a la inteligencia artificial.
Esto hace que muchas personas se planteen: ¿realmente merece la pena pagar a un profesional por el vídeo o fotos de mi evento social cuando puedo pedirle a todos los invitados que compartan sus vídeos? Resulta evidente que un producto profesional tendrá una calidad final muy por encima de lo que cualquier invitado pueda aportar, pero la cuestión para el cliente potencial es, ¿merece la pena pagar por ello?
Si levantamos la vista de nuestro ombligo, este fenómeno no es exclusivo del mundo de la fotografía y vídeo. ¿Cuántas veces hemos oído lo de "por lo que cuesta eso me compro uno barato y, cuando se rompa, me compro otro"? Eso ha provocado que en una inmensa mayoría de productos y servicios que usamos a diario prime el precio sobre la calidad: electrodomésticos, muebles, vehículos, comida... Y, en ese contexto, el mundo de la fotografía y el vídeo no iban a ser una excepción. Ante la tesitura de qué elegir, muchos optan por recortar gastos en este apartado para abaratar el coste global del evento o bien reinvertir esa parte del presupuesto en otro lado.
Personalmente, opino que da igual cuánto avancen los dispositivos de foto y vídeo domésticos: siempre habrá equipos profesionales capaces de ofrecer un extra de calidad en las manos adecuadas. La cuestión es ¿quién estará dispuesto a pagar ese extra? La ley de oferta y demanda hace intuir que, si hay poca demanda de esos servicios, necesariamente, pocos serán los que puedan ganarse la vida ofreciéndolos.
La calidad de imágenes de los móviles ha evolucionado hasta tal punto que sin un ojo entrenado suele ser complicado diferenciar entre una imagen grabada con un dispositivo casero y uno profesional; sobre todo en condiciones de buena iluminación. Además, las redes sociales nos han acostumbrado a ver como normales planos, movimientos de cámara y ediciones "caseros" de baja calidad. O, desde otro punto de vista, foros como este tienen por objetivo enseñar a que cualquiera pueda usar su dispositivo de fotografía o vídeo de la forma más profesional posible, de modo que, quien quiera, pueda aprender a sacarle el máximo partido y acercarse, en lo posible, a un producto final lo más profesional posible. Es decir, la información está ahí para quien quiera acceder a ella. E incluso avances como el enfoque automático de vídeo de los nuevos iPhone 13 acercan resultados de aspecto profesional (o al menos más "aseado", como me gusta a mí decir) al alcance de, literalmente cualquiera, gracias a la inteligencia artificial.
Esto hace que muchas personas se planteen: ¿realmente merece la pena pagar a un profesional por el vídeo o fotos de mi evento social cuando puedo pedirle a todos los invitados que compartan sus vídeos? Resulta evidente que un producto profesional tendrá una calidad final muy por encima de lo que cualquier invitado pueda aportar, pero la cuestión para el cliente potencial es, ¿merece la pena pagar por ello?
Si levantamos la vista de nuestro ombligo, este fenómeno no es exclusivo del mundo de la fotografía y vídeo. ¿Cuántas veces hemos oído lo de "por lo que cuesta eso me compro uno barato y, cuando se rompa, me compro otro"? Eso ha provocado que en una inmensa mayoría de productos y servicios que usamos a diario prime el precio sobre la calidad: electrodomésticos, muebles, vehículos, comida... Y, en ese contexto, el mundo de la fotografía y el vídeo no iban a ser una excepción. Ante la tesitura de qué elegir, muchos optan por recortar gastos en este apartado para abaratar el coste global del evento o bien reinvertir esa parte del presupuesto en otro lado.
Personalmente, opino que da igual cuánto avancen los dispositivos de foto y vídeo domésticos: siempre habrá equipos profesionales capaces de ofrecer un extra de calidad en las manos adecuadas. La cuestión es ¿quién estará dispuesto a pagar ese extra? La ley de oferta y demanda hace intuir que, si hay poca demanda de esos servicios, necesariamente, pocos serán los que puedan ganarse la vida ofreciéndolos.