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La «Deconstrucción» como estrategia de transformación de los oficios

Iniciado por Ariel García, 15 de Septiembre de 2021, 16:03:14

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Ariel García

Un amigo fotógrafo me confesó, mientras conversábamos sobre la evolución de nuestras actividades, que lo había deprimido la certeza de ejercer un oficio "herido de muerte".

—Y no sólo mi oficio tambalea —prosiguió—, el tuyo también, Ariel.

Él se refería a la progresión de la tecnología que, además de otras cosas, había equipado a las personas con una cámara en el bolsillo. Entendía que entre el producto y el cliente debía intermediar un "período de espera", que sin ese lapso, fundamental para el video y la fotografía "sociales", se extinguía un encanto que sólo podría madurar con el paso de los días. Bastante ofuscado, mencionó que ahora ese "período de espera" se saturaba con las imágenes mediocres que obtenían los invitados con sus teléfonos, tomas insignificantes que, según su pensamiento, eran una suerte de "caricaturas" del buen producto que cualquier fotógrafo idóneo entregaría.

Yo no creo que tuviese razón en todo, más bien considero demasiado severa y angosta su visión de las cosas. Aunque es cierto, sí, que hemos perdido centralidad y asimismo una forma "exclusiva" de ordenar la realidad de la imagen. Los sentidos que los videógrafos y fotógrafos indicábamos o imponíamos como correctos se han "descentrado".

Si algo ha muerto, en relación con nuestros oficios, es una forma de pensarlos; por esto, creo que atravesamos un buen momento histórico para ensayar su deconstrucción. Es importante dejar claro que "deconstruir" no es "destruir", por lo menos en el pensamiento de Jacques Derrida, filósofo que ha profundizado la idea y teorizado su ejercicio. La Deconstrucción tampoco es un método sino una estrategia que toma el camino de mostrar por qué los conceptos, las instituciones (y también oficios como el video y la fotografía sociales) se han ido edificando a sí mismos hasta el punto de volverse incuestionables. Iniciar una crítica deconstructiva no significa rechazar la actividad ni dejar de ejercerla sino (para aprovechar un término usado por Derrida) des-sedimentarla, devolverle su capacidad de resignificación y autocrítica.

Un avance hacia la deconstrucción de nuestros oficios abordaría, en algún punto, el concepto de "arte", que tantas veces involucramos en el proceso de realización. Podríamos comenzar por contrastarlo, por ejemplo, con la idea del pintor mexicano Luis Argudín: "La técnica en el arte tiene un significado diferente al que se le da en los oficios. No construye como el oficio, a partir de lineamientos dados; crea "con" y a veces "contra" el oficio, sobre la nada, sin reglas preestablecidas". Para proseguir con el pensamiento, bastante cerrado y quizá en decadencia, que pone el destino del video y la fotografía "sociales" sólo en manos de "profesionales". A todo esto, y mientras desmontamos algunos conceptos arraigados y presunciones artísticas, tal vez emerja un interrogante: ¿peligra la continuidad de nuestros oficios, en tanto ocupaciones estables a cambio de un salario?

En la actualidad, fotógrafos y videógrafos intervenimos sólo en algunos de los distintos modos de expresar La Imagen, no "el único", "no el mejor", y nuestros estudios ya no son el asiento del lugar sagrado. La fotografía y el video, como nunca antes por su facilidad de realización, repercusión, velocidad e impacto masivos, se han convertido en instrumentos semióticos en manos de un poder ciudadano. La fotografía y el video, como canales (ideológicos o no) consolidados, son capaces de trasladar casi de inmediato simples protestas, graves reproches, duras peticiones o piezas inconexas de creencias socialmente compartidas. Buena parte de ese "poder", que en nuestras manos es o ha sido principalmente labor comercial, ha germinado entre los dedos del público para volverse esnobismo y banalidad, sí, pero también lucha y revolución.

Dado que la deconstrucción de nuestros oficios no sería posible por fuera , no queda otro camino que comenzar por dentro. Entiendo que "adentro" se vuelve un universo difícil de englobar, por lo que comenzaré dedicando este artículo a los fotógrafos y videógrafos "históricos", a veces agobiados, a veces conservadores pero fuertemente posicionados; a los más jóvenes, enérgicos y orgullosos de sus oficinas rodantes situadas en el no lugar. A los "viejos", reprochando por los espacios perdidos, sugiriendo o previniendo, y a los "pibes", valiéndose de la crítica o arrojándola a la basura, pensando, por suerte, que pueden hacerlo mejor. También a los individuos, grupos, asociaciones y escuelas que cierran posiciones, "compitiendo" en contiendas reales o imaginarias, aventajando y siendo aventajados, ganando o perdiendo de cualquier modo, mimetizándose hasta convertirse en el otro. No olvido, en esta dedicatoria, a fotógrafos y videógrafos que no han comprendido que en la sociedad se han habilitado otras miradas, rompiendo con las formas binarias que hacían de un video o una fotografía "buena o mala", que el bien y el mal ya no son polos extremos sino calificaciones discutibles que pueden ser defendidas tanto a favor como en contra. La esencia del video y la fotografía ha fundido su relación con el resto de las cosas.

Ariel García
Realizador Audiovisual



Ramón Cutanda

La diferencia entre un producto profesional y uno casero suele ser la calidad final y, para lograr esa calidad, normalmente se necesitan tanto equipamiento especial (y caro) y conocimientos sobre cómo usarlos.

La calidad de imágenes de los móviles ha evolucionado hasta tal punto que sin un ojo entrenado suele ser complicado diferenciar entre una imagen grabada con un dispositivo casero y uno profesional; sobre todo en condiciones de buena iluminación. Además, las redes sociales nos han acostumbrado a ver como normales planos, movimientos de cámara y ediciones "caseros" de baja calidad. O, desde otro punto de vista, foros como este tienen por objetivo enseñar a que cualquiera pueda usar su dispositivo de fotografía o vídeo de la forma más profesional posible, de modo que, quien quiera, pueda aprender a sacarle el máximo partido y acercarse, en lo posible, a un producto final lo más profesional posible. Es decir, la información está ahí para quien quiera acceder a ella. E incluso avances como el enfoque automático de vídeo de los nuevos iPhone 13 acercan resultados de aspecto profesional (o al menos más "aseado", como me gusta a mí decir) al alcance de, literalmente cualquiera, gracias a la inteligencia artificial.

Esto hace que muchas personas se planteen: ¿realmente merece la pena pagar a un profesional por el vídeo o fotos de mi evento social cuando puedo pedirle a todos los invitados que compartan sus vídeos? Resulta evidente que un producto profesional tendrá una calidad final muy por encima de lo que cualquier invitado pueda aportar, pero la cuestión para el cliente potencial es, ¿merece la pena pagar por ello?

Si levantamos la vista de nuestro ombligo, este fenómeno no es exclusivo del mundo de la fotografía y vídeo. ¿Cuántas veces hemos oído lo de "por lo que cuesta eso me compro uno barato y, cuando se rompa, me compro otro"? Eso ha provocado que en una inmensa mayoría de productos y servicios que usamos a diario prime el precio sobre la calidad: electrodomésticos, muebles, vehículos, comida... Y, en ese contexto, el mundo de la fotografía y el vídeo no iban a ser una excepción. Ante la tesitura de qué elegir, muchos optan por recortar gastos en este apartado para abaratar el coste global del evento o bien reinvertir esa parte del presupuesto en otro lado.

Personalmente, opino que da igual cuánto avancen los dispositivos de foto y vídeo domésticos: siempre habrá equipos profesionales capaces de ofrecer un extra de calidad en las manos adecuadas. La cuestión es ¿quién estará dispuesto a pagar ese extra? La ley de oferta y demanda hace intuir que, si hay poca demanda de esos servicios, necesariamente, pocos serán los que puedan ganarse la vida ofreciéndolos.

videonet

Estoy casi totalmente con lo que Ramón expresa. Pero deja de lado algo que se llama "expertize" El saber reaccionar adecuadamente cuando algo sale mal, y las APP de edición o animación están muy lejos de las características de un soft de PC o Mac manejado por un editor, que sabe de luz, fondo y figura, velocidad de los títulos, cadencia de imágenes y música, etc. El lenguaje de edición es algo que se estudia en la universidad, se aprende leyendo mucho o preguntando  a los expertos.
Puedo comparar con los que se compran un drone y no saben cual es la hora adecuada para hacer una toma aérea por la temperatura color, ni se imaginan la fuerza de una sombra sobre el objeto. Hace poco mi nieto de 18 años, recién recibido del secundario, comenzó a trabajar conmigo, en realidad lo tome como una beca paga de su abuelo, pero me sorprendió con la velocidad de su curva de aprendizaje, en solo 2 meses ya se maneja solo con adobe Premiere a un 50% de un editor experimentado, pero se percato que no es lo mismo subir un vídeo a Instagram grabado con su celular que hacerlo luego de editarlo con adobe como corresponde. El 95 % de los vídeos en instagram son "gilipolladas" de gente joven, pero se nota de inmediato cuando hay un experto  fotógrafo o editor.  Si tenemos problemas legales , buscamos un abogado experto de mas de 50 años, si nos enfermamos no nos atendemos con un medico recién recibido, preferimos al Dr. canoso  o especialista con años de experiencia. Si la salud y la tranquilidad legal, la buscamos con los adultos mayores, ningún celular con 4 camaras  4K reemplazan el buen saber que nos da la experiencia, tal vez usando una camcorder de menos de U$S1200. 
Ramon, te mando un saludo afectuoso, y por favor cuídense todos.
Miguel
Pensar, analizar inventar, no son actos anómalos, son la normal respiración de la inteligencia.(frase suelta en un cuento de Borges)
Invito a los profesionales de video ser parte del grupo editores de video en facebook: https://www.facebook.com/groups/editoresvideo/

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