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La importancia de la literatura en la realización de videos. ¿Para qué leer?

Iniciado por Ariel Garcia, 07 de Junio de 2009, 22:09:36

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Ariel Garcia

Un observador advirtió que el arado y la espada eran extensiones de la mano; un científico reconoció en el microscopio la de los ojos; un escritor supo que el libro era algo más: una prolongación de la memoria y del entendimiento. Siguiendo esta línea de pensamiento nosotros podríamos ampliar la lista y agregar que el video también permite la extensión del recuerdo, en muchas ocasiones, de la creatividad y la imaginación, en otras... (estos puntos suspensivos quieren significar tantas ocurrencias como intenciones alcancemos al realizarlo)

El universo literario posee muchos puntos de contacto con el videografista y su tarea. El expresionismo, las atmósferas densas o distendidas, la visión del mundo y el tipo de indagación reflexiva, como algunos de los innumerables componentes de una novela o un cuento, serán piezas de muchísimo valor en el momento de vertebrar un guión; se trata de herramientas que, asimiladas a nuestro caudal intelectual a través del ejercico de la lectura, podrían simplificar las distancias en el momento preciso. Es sólo un ejemplo.

En otra ocasión, refiriéndome a la importancia de la lectura relacionada con la tarea del realizador, escribí que la estructura literaria de un cuento es similar a la armadura de un corto, sólo que en aquel las figuras han sido expresadas con giros y palabras y cada lector ha puesto en marcha su imaginación para traducirlas. En un cortometraje debemos mentir muy bien la verdad, ya que el espectador está atento a ciertos detalles que si no son "correctos" no podrá hacer uso de su imaginación para "corregirlos". Pero al fin y al cabo los sostenes del cuento y el corto son análogos. Por esto, para aguzar e inspirar la creatividad, en muy importante leer; leer mucho.

Todo realizador de videos pretende evolucionar en los aspectos concernientes a su oficio. Leer también nos abre el camino para el ejercicio de la representación, acercándonos una idea más ordenada en lo referente a la concatenación de los planos y esquemas visuales, ya que a estos pudimos imaginarlos, antes, inmersos en la lectura de algún libro.

Quería compartir con ustedes este comentario, ya que parte de lo volcado aquí ha sido muy importante para mi vida y mi trabajo.

Saludos.

Ariel Garcia

#1
Ricardo Piglia es un escritor argentino cuya obra ha sido traducida a numerosos idiomas. Por haber realizado guiones para algunas películas (Corazón Iluminado, La Sonámbula, Plata Quemada, etc.) y considerar su trabajo sumamente interesante en diversos aspectos, incluso fuera de la estricta tarea de escribir, he querido traer aquí algunas de sus reflexiones.

Parte de su obra crítica ha sido recogida en: Crítica y Ficción (1986). Narrar en el Cine es el nombre que se ha dado a una de las entrevistas que componen el libro; en ella se expresan algunos conceptos interesantes que he querido transcribir para ustedes.


Entrevista de Andrés Di Tella
(Tiempo Argentino, 1984)


- ¿En qué se parecen y en qué se diferencian la imaginación literaria y la imaginación cinematográfica?

- En el uso de las palabras. Se cuenta una anécdota muy divertida de Mallarmé (poeta francés), que quizás sea apócrifa, y que viene muy bien para pensar esta cuestión. Conversaba con un artista, creo que era Gauguin (pintor francés), digamos que era Gauguin, que tenía ganas de escribir una novela. Tengo varias ideas para escribir una novela, le dijo. El problema es que las novelas no se escriben con ideas sino con palabras, le contestó el escritor. Por supuesto, exageraba, pero en cuanto a Gauguin está claro que quería hacer una película y no se daba cuenta. ¿Un cineasta es un pintor que quiere narrar? Gauguin podría haber sido un buen director de cine, uno se puede imaginar sus películas perfectamente. En fin, para escribir un buen film hace falta tener muchas ideas narrativas, las palabras importan menos, salvo en los diálogos, pero los diálogos son fáciles de escribir, sólo hay que tener buen oído. La clave es el relato, eso es lo que tienen en común el cine y la literatura. Al menos cierto tipo de relato.

- ¿El relato en qué sentido?

- En el sentido clásico. Por que el cine es narración, y narración tradicional. Aunque uno fracture el relato como lo hace Godard o lo onirice como lo hacía Buñuel, las secuencias son siempre momentos de un relato clásico. Hacen falta personajes, situaciones, conflictos, acción: el cine como género, digamos el relato cinematográfico si se puede hablar así, esa máquina de hacer ficción que es el cine depende del relato tradicional. El que quiere narrar como narraba Balzac o Zola que haga cine. Aunque quizás habría que decir que el que quiera narrar como narraba Dumas o Eduardo Gutiérrez que escriba guiones. Por que el guionista es una especie de versión moderna del escritor de folletines. Generalmente escribe por encargo y por dinero, y a toda velocidad una historia para un público bien preciso que está encarnado en el productor o en el director, o en los dos.

- ¿Hay que huirle a la literatura al redactar un guión?

- Hay que huirle a la mala literatura, pero ése es un consejo que sirve sobre todo para la literatura misma. En el cine hay que desconfiar de las palabras, en la literatura también pero en otro sentido. Tampoco se puede generalizar: mirá lo que hace Eric Rohmer o lo que hacía Resnais. Yo te diría que una película "literaria" como: "El cimen de Oribe" funciona muchísimo mejor que una película como: "Los isleros" que es literaria en el peor sentido: usa todos los lugares comunes de la mala literatura y sus diálogos deben ser los más retóricos del cine argentino, o casi.

- ¿Y qué problemas específicos surgen en la escritura de un guión?

- Hay una cuestión técnica clave, diría yo, en el relato cinematográfico: hay que conseguir un efecto de realidad para resolver las situaciones y es una cuestión bastante compleja, por que en cine el relato es a la vez más rápido y más concreto y, obviamente, no se puede releer. Entonces hay que dejar marcas, hay que marcar el relato, es una cuestión de pequeños detalles, de matices, de claves laterales que en la literatura se resuelven con el tono y el estilo. El arte del detalle, de lo concreto, los índices de la realidad, la saturación de lo incidental. Cuando falta eso, una película no funciona, y si está pasado, todo se achata. El modo en que Belmondo se cruzaba el pulgar por los labios en: " Sin aliento", el pájaro carpintero de juguete en: "Aquello que amamos", de Torre Ríos. Son resoluciones formales muy "artificiosas" de problemas que hacen a la verdad de un film. "Los espectadores de cine, como los avestruces, son animales realistas (decía Godard): sólo creen en lo que ven".

- Hay una cuestión respecto del autor en el cine. ¿Qué es un guionista?

- Se subordina demasiado al guionista, creo. ¿Alguien sabe quién escribió el guión de: "Rocco y sus hermanos"?. "Barrio Chino", ¿es de Towne o de Polansky? Claro que las cuestiones de propiedad intelectual no son un problema central; en el cine, el dinero lo define todo y, por lo tanto, la propiedad simbólica tiene un papel secundario. En última instancia, el autor del film es un colectivo. De todos modos, creo que sigue en pie una cuestión: ¿Quién narra en un film?, ¿el guionista o el director?

En mi caso, desde que empecé a escribir, tuve ganas de escribir para el cine. Ganas de ver en una pantalla una historia imaginada por mí. Creo que todos los escritores, en algún momento, tienen esa fantasía. Todo depende de las condiciones de trabajo. El caso de Fitzgerald es clásico: fue a Hollywood a buscar dinero, pero también fue por que pensaba que el cine era una nueva forma de expresión en la que quería experimentar. Su experiencia fue catastrófica. De todos los guiones que escribió sólo se filmó: "Tres camaradas", después que el productor Joseph Mankiewiecz -el hermano del guionista de: "El ciudadano"- le retocó los diálogos y le cambió lo que le pareció. "Le enseñé a escribir diálogos a toda una generación -le dice Fitzgerald en una carta bastante patética- y usted, en una noche me cambió los diálogos de una película en la que trabajé durante meses". Esa ha sido la norma general. El director decide en última instancia y, por lo tanto, es difícil que un escritor salga satisfecho de un trabajo donde sus ideas a menudo se tienen que adaptar y transformar.

Saludos (de Ariel García).

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